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Opinión: ¿Carbón para rato?

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Por: Mario Valencia* 

*Analista económico y docente de economía de la Universidad Nacional de Colombia y del Colegio de Estudios Superiores en Administración, CESA.

Colombia no es un gran consumidor de carbón por dos razones principales: su matriz energética tiene una participación alta de energía hidroeléctrica y su aparato productivo no demanda mucha energía. Pero si tiene grandes reservas del mineral. Se estiman en aproximadamente 16.000 millones de toneladas, unos 180 años de posibilidad de explotación. 

Esta riqueza natural es al mismo tiempo una oportunidad y una maldición. Es bastante probable que en menos de un siglo el mundo ya no consuma carbón como fuente de energía. Uno de los interrogantes, en este sentido, ¿es qué va a pasar con la economía del carbón?

Lo cierto es que hoy la economía colombiana es bastante dependiente de la minería y especialmente de este recurso. Representa más de la mitad del PIB minero y aporta casi 100.000 puestos de trabajo al país. 

"Reemplazarlo no será sencillo ni barato, por eso cualquier plan de desarrollo hacia futuro debe considerar los aspectos fiscales y sociales, al tiempo que los ambientales"

Las posiciones extremas en el debate climático consideran que la única afectación que se debe detener es la ambiental. Por supuesto, las catastróficas noticias son una razón primordial de preocupación, pero ¿cómo reemplazar las utilidades, regalías y salarios generados? Cerrar las minas puede generar una falsa expectativa de estar contribuyendo significativamente a la reducción de la emisión de carbono a la atmósfera, pero podría agravar la pobreza y el desempleo. Lo sensato sería pensar en un plan de transición que considere los siguientes elementos:

Un mayor aprovechamiento de la renta minera generada en la actualidad. Esto significa un incremento de la participación del Estado en los impuestos y en las regalías. Deberían considerarse, por lo menos, tres reformas en este campo: 1) una sobretasa de la renta a las multinacionales mineras, 2) la eliminación de todas las exenciones y beneficios tributarios 3) que las regalías constituyan un fondo especial de inversiones públicas en la transición energética.

Con un mayor aprovechamiento de la renta minera actual,  se garantizan dos elementos claves: mantener recursos para las finanzas públicas y disponer de financiación para invertir en actividades que permitan reducir la dependencia del carbón.

 

Estas inversiones deben orientarse en: la educación y formación de la población de regiones con alta dependencia de la extracción de recursos naturales.

 Esto con el objetivo de incrementar capacidades en áreas de transformación industrial. El Sena es una institución indispensable en este campo, que debe ser rescatada de la politiquería y puesta al servicio de la industrialización

Paralelamente, la creación de empresas transformadoras y con procesos tendientes a incrementar la tecnología, deben recibir estímulos públicos para no desaparecer (las que ya existen) y crear nuevas. En el caso colombiano, el discurso sobre transición energética del actual gobierno debe avanzar hacia recursos invertidos en actividades escogidas para tal fin.

Acabar de tajo al carbón es arrojar a la pobreza a decenas de miles de familias que sobreviven de esta economía. Un camino más lógico es iniciar un proceso que parte de lo actual, con un mayor provecho de su riqueza, pasando por mejorar la eficiencia del gasto público y las exigencias tributarias, sociales y ambientales de los actores, hasta llegar a una actividad que ya no dependa del carbón. Pensar en un plan riguroso será la labor en que las organizaciones sindicales y los movimientos sociales deben articularse con la academia, los gremios y el Estado en su conjunto.

 

Fecha de publicación 12 10 2021